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KasaNature

Cuba: ¡en el país de la tierra roja...!

Non classé - 20/04/2021

Salimos de La Habana para pasar unos días en plena naturaleza.
En dirección al oeste de la isla, un lugar clasificado con la herencia de la UNESCO desde 1999: ¡Vinales en el corazón de "la Sierra de los Órganos" se convirtió en una de las ciudades más turísticas de Cuba!

Situada a 30 kms de Pinar del Río, Vinales es conocida mundialmente por sus campos de tabaco y sus singulares relieves creados por mogotes o panes de azúcar.
Estos montículos montañosos de piedra caliza, excavados por innumerables cuevas, que a veces alcanzan los 300 m de altura, están cubiertos por una espesa vegetación.

Desde primera hora de la mañana, el deseo de descubrir este paisaje poco habitual nos lleva por caminos trillados, bordeados por campos de tabaco y salpicados de secaderos o "casas de tabacco". Son construcciones triangulares de madera, con techo de palma, que parecen perdidas en medio de las plantaciones.
El suelo es rojo y fértil y las condiciones climáticas son ideales para el cultivo del tabaco.

Laurence y yo decidimos escapar de la masa de turistas y tomar algunos caminos al azar. Nos dejamos deslumbrar por este paisaje y ponemos en marcha nuestro radar intuitivo.
Mis ojos se dirigen a una granja con techo de palma, perdida en medio de esta extensión roja y verde. Nos acercamos y vemos a una mujer en el patio. Los perros ya han señalado nuestra presencia.
Nuestros ojos se encuentran, ella me sonríe, invitándome a entrar. Enseguida empezamos a hablar de la plantación y de su trabajo. Abre la puerta de su taller para hacer una demostración de elaboración de puros.
Casi toda la producción se vende al Estado, pero el agricultor tiene derecho a conservar una parte: el 10% puede venderse a los turistas.

Explica el importante paso de la maceración, en el que cada persona tiene su propia preparación para humedecer las hojas y darles sabores (miel, ron y a veces vainilla) antes de la fermentación.
Para la demostración, elige hojas aromatizadas con miel. Se toma el tiempo de enrollar cuidadosamente las hojas para que podamos admirar realmente este cuidadoso trabajo. Se pone seria y concentrada.
Me doy cuenta de que incluso en el campo profundo, las mujeres cubanas siguen teniendo las uñas perfectamente cuidadas.
Enciende el cigarro y Laurence empieza a fumar con ella. La conversación cambia, nos cuenta su vida de mujer y compartimos anécdotas, nos reímos: un pequeño momento de intercambio y de compartir.

Luego nos invita a tomar un café, hecho de forma tradicional con semillas de la pequeña granja de su padre, situada un poco más arriba.
Esta casa de madera, de barro, sin ventanas, con aberturas sencillas es magnífica. Es una vuelta al pasado: la cocina de antaño con su estufa de leña, el pequeño molinillo de café, 2 mecedoras para saborear esta deliciosa bebida… Observamos a las gallinas picoteando en libertad y escuchamos el canto del gallo (¡no hay tiempo para el gallo cubano!). Tenemos una vista majestuosa sobre el valle. ¡Eso es la felicidad!
Los olores se mezclan: la naturaleza húmeda, las flores del jardín, los plátanos plantados al lado y el cerdo en el corral dan un perfume único a este lugar. Cuando cierro los ojos, todavía puedo ver la escena.

Salimos de nuevo, esta vez al otro lado del valle para comer en un pequeño restaurante familiar, encaramado en las alturas.
Para digerir bien (la comida fue deliciosa pero copiosa), decidimos volver a pie a Vinales.
Por supuesto, no estamos equipados con la vieja "guía del mochilero", así que confiamos en nuestra brújula natural y tratamos de encontrar nuestro camino…
Tomamos el único camino que baja. La vegetación es exuberante, los mogotes frente a nosotros y el sol declinante nos ofrecen una luz cálida ¡perfecta!

Es fácil llegar a los campos de cultivo. Hay varios caminos (algunos incluso muy embarrados) pero nos dejamos guiar.
Laurence pasea y se toma el tiempo de hacer fotos, yo paso al frente, creo que este lugar es digno de un set de filmación. Es tranquilo, pacífico, rejuvenecedor.
Estoy sorprendido por toda esta belleza. Esta sutil mezcla de naturaleza salvaje y agricultura tradicional, en perfecta armonía, es un ejemplo a seguir.
Existe un equilibrio natural que los agricultores cubanos han sabido conservar perfectamente.

No hay nadie en estos caminos; pero a lo lejos veo a un hombre arando la tierra, ayudado por sus bueyes. Aquí todo lo que comemos se cosecha y se cría in situ.
El sol poniente nos ofrece un paisaje de postal, pero de repente me pregunto si llegaremos antes de que anochezca. Ya estoy considerando la posibilidad de dormir en uno de estos graneros.
Y de repente, como una transmisión del pensamiento o un golpe del destino… un hombre a caballo, postura recta, sombrero de vaquero, bigote y cigarro en la boca baja por un camino.
Ya no creía en el príncipe azul, pero aquí está…
¡No es de extrañar ya que estamos en medio de un set de cuba-Hollywood!
Le miro. Me mira. Entonces me sonríe. Entonces me atrevo a decirle con un poco de timidez: "¿Estamos todavía lejos del pueblo? "
Todavía sonriendo, nos mira a los dos. Laurence acababa de unirse a nosotros.
"¿Quieres volver en taxi? "
Le miro con los ojos muy abiertos, con cara de sorpresa.
"¿Sabes montar a caballo?"
"¡Uh sí, sí!"
"¡Bueno, uno delante y otro detrás! "
Laurence y yo nos miramos y sonreímos. La complicidad está ahí, y allá vamos.
Voy delante, un poco apretado en el sillín (te recuerdo que lo compartimos con 3).

Pero esta aventura, inesperada y no esperada, es grandiosa. Sigo admirando la puesta de sol. Hay que decir que a caballo es aún más bonito.
Me siento bien, en simbiosis con el momento presente, una vez más, ¡otro momento de felicidad!
Finalmente, llegamos justo antes de la noche para terminar el día bailando salsa bajo las estrellas de Vinales, en la única discoteca al aire libre del pueblo.

Relato de un viaje a Cuba.
Myriam.